jueves, 22 de abril de 2010

Retractos

Mucho más amargo,

bastante más desolador

que un mal poema

-inocua nimiedad al fin y al cabo-,

es desdecirte

del que amabas,

con insondable dolor,

y negarlo

con repudio irremediable,

todos los días,

para siempre.

sábado, 17 de abril de 2010

Feria del Libro de Granada. Domingo 25 de Abril, 18 h.

El 25 de Abril, a las 18 h. en el Centro Cultural de CajaGranada, en Puerta Real,de Granada, estaremos Todos los segundos y yo, en una presentación que generosamente hará del mismo María Dolores Fernández Figares.

A las 19 h. estaré en la caseta de firmas de la feria, números 15 y 16,para atenderos a los que amablemente acudais a darme la oportunidad de tener el honor de dedicaros un ejemplar.

Hasta entonces, con un afectuoso saludo. Pedro Gollonet

lunes, 5 de abril de 2010

por esperar, que no quede. Pedro Gollonet

Espero, por esperar,
que la memoria no perdure
tras la funesta certeza,
de cuyo color soy profano,
-como de todo y sin casi,
ya que las partes de que sé
de ignorancia están infectas-.

Prefiero pensar que el tiempo
será fonema exiliado
-no prohibido, que esa voz confío
sea cadáver súbito al instante-
que el lastre pretérito se diluya
para siempre o para lo que sea,
que yo qué sé si lo eterno
tiene siempre, si caduca
o si tan siquiera es,
que la desazón por mañana
-también para siempre-
en la tiniebla se asfixie,
pues parece razonable
que tampoco haya mañana,
que no sea sino nunca
el presente
y la duda fenezca
para siempre también.

Espero, por esperar,
que tras el precipicio
y si en el océano
se evapora la nada,
recompensas no haya,
tan sólo un chasquido
de refulgente verdad
-¿para siempre?-
que calcine todas las ruinas,
sin juicios ni milongas,
que se encuentren los amores perdidos,
se junten los labios
que a besarse no llegaron,
que diluvien poemas anónimos
-de lucidez ayuna de tormentos-,
que con dulzura alguien nos cuente
los secretos de la vida
y, ya puestos, de esa muerte,
que nadie se quede fuera
ni amenace la sucia lluvia de las culpas,
que, en ese caso y aunque Lo hubiere,
nos vomite al voraz océano de la nada,
que siempre será mejor
que otra historia de malos
y menos malos.

Espero, por esperar,
que en esa hora
no exista quien
en su infinita bondad
tenga el mal gusto
de condenar
a tan indefensos entes
por haber vivido simplemente,
con lo poco simple que eso fue.

domingo, 4 de abril de 2010

seminal decepción. Pedro Gollonet

He sido –estúpidamente-
y en menor medida

lo sigo siendo

un asiduo de la decepción,

de mi inteligencia el mayor fracaso,

si bien no es menos cierto

que mi desencanto mengua

en la misma cadencia que mis fuerzas;

puede que sea porque espero menos

o porque conozco más

–a poco que te descuides

sufres un ridículo ataque de presunción-,

y ello a pesar de afanarme en la ignorancia

o, sencillamente, porque ya casi todo me da igual

a fuerza de darle yo igual a casi todo.



El caso es que cada vez

me decepciono menos,

ni tan siquiera de mí mismo,

hastiado de esa obtusa querencia

a la frustración, al desengaño,

que de mi ingenuidad y en exceso

han abusado, hurtándome

tantos cachos de mis horas,

demasiados despojos de este otoño,

en una ruleta trucada

de amañadas esperanzas

que en la incomprensión

alcanzaron tantos días enajenarme.



El futuro, inefable en su inconsistencia

y eternamente poseído

de la más poderosa de las fuerzas

para algo que ni tan siquiera es,

confunde el conocimiento,

la esperanza, la percepción de los otros,

arrastrándonos en la fatal ilusión

por lo que nunca será,

por los que nunca llegarán a ser,

por lo que jamás llegarán a querernos,

condenándonos a malvivir.



¿Mas qué es la decepción

sino el mísero reflejo de nosotros mismos,

vana egolatría?;

al esperar cobijamos la decepción,

seminalmente adiestrados en la ignorancia

de las cosas, de los otros.



Hoy proclamo

que me decepciono menos,

que casi logro que no me decepcionéis,

porque irremediablemente

y a fuerza de tanto perder,

espero menos de las cosas,

de los otros, de vosotros,

también de mí,

pero en este tiempo

menos es tanto...,

que sigo irremediablemente

enloqueciendo y a mi pesar

en la espera

de tanto y tanto

que seguro no será.




Pedro Gollonet. Benalmádena a 1 de abril de 2010

Tardas olas

tardas olas


Hemos puesto,

tantas veces, a ventilar

nuestros baldados corazones

en la azotea, que,

fatalmente centrifugados,

no nos resta más redención

que volverlos a remojar

-¿por penúltima vez?-,

mas no con el llanto estéril

de otros tiempos,

sino con regatos

de espuma y de salitre

de las olas más tardas

-fatídicamente remolonas-

que remontan el rio

de nuestras vidas.



Yo te llevo la ventaja

de la duda y de los años,

de cierto hartazgo

de cargar siempre a solas

con el lastre de mi vida;

destierra las tinieblas

de la tuya,

aférrate sin recelos

al timón de este bajel,

cambiemos los papeles

y no descuidemos el riego

del artificial vergel,

vayamos a ahogarnos

-antes de hora-,

en el yermo páramo final,

acrisolado por mareas

de fuego, cristales

y guijarros afilados.



Pedro Gollonet, 3 de abril de 2010

domingo, 10 de enero de 2010

SILENCIOS. Pedro Gollonet

Traedme silencios de paz henchidos

a la tierna oscuridad de mis horas más lentas,

cuando entre mis manos acaricio un libro

con la mirada perdida en cualquier aflicción

o en las sombras de inocuos desvaríos,

con mis gafas caídas;

silencios de paz y soledad serena

en la sola compañía de inaudibles adagios.

Traedme silencios, por favor.




Y llevaos el espanto del silencio

que a los morteros sigue,

impedid el silencio más famélico

tras el postrer aliento de cualquier niño,

arrebatad de su poder el silencio

a los sátrapas que la palabra coartan,

segad las manos

de los que tras el certero golpe

y mudo el llanto

arrojan silencio y sangre al calor del hogar,

llevaos el silencio que la muerte no busca

y llevaos el silencio que a la libertad asquea,

llevaos estos nauseabundos silencios,

de mi mundo la vergüenza.

Lleváoslos, por favor.



Y cultivándoos en todos los silencios

acercaos sin desmayo,

mas con tardas pisadas,

al silencio que antecede

a la terminal oquedad,

despojo absoluto, la nada

o la sola Verdad.



Entretanto,

traedme silencios de paz henchidos

y llevaos todo silencio

que a la barbarie escolta.

Lleváoslos, por favor.



Pedro Gollonet. Sevilla, a 4 de Enero de 2009

Tags: Pedro Gollonet, silencio, paz, barbarie, libertad, intolerancia, guerra

JAIME GIL DE BIEDMA ( 1929 - 1990 )

En ocasión del estreno de una película biográfica, en el veinte aniversario de su muerte, volverá a hablarse de Jaime Gil de Biedma –yo ya lo estoy haciendo- y posiblemente por muchos que no sabían de su existencia y menos aún de su poesía. Esto que no resulta obligado ni es señal de mayor ilustración, sin embargo debiera ser razón suficiente para tener el pudor de que las opiniones de tantos no quedaran en una burda exaltación , con critica incluso moralizante, de la vida privada de Gil de Biedma y de sus, “para ellos” excesos. Comprensible es que para la productora, los distribuidores del film y para los ocupados en todo aquello que pueda resultar escandoloso en beneficio de una mayor audiencia, estos aspectos de su vida sean el mejor reclamo, aunque su poesía quede en un plano inferior o ni tan siquiera sea objeto de sus comentarios.

Seguro de ello, rindo mi modesto homenaje al poeta barcelonés trayendo aquí tres poemas de su reducida obra –ochenta y seis poemas organizados en tres bloques más uno brevísimo de un solo texto-, en el que se ponen de manifiesto su sensibilidad, su sentido de la vida y su trágica rebeldía ante el devenir del tiempo.

En su modernidad –termino del que no gusto usar- huyó de formas tradicionales ya desgastadas por los poetas del siglo XX, adentrándose en el prosaísmo poético y en el conocimiento de Cernuda, buen conocedor de los románticos ingleses.

Como escribe Juan Ferraté, a propósito de Gil de Biedma, se sustituye el canto de la poesía por la voz natural del poeta, en la afirmación de un nuevo sentido de la realidad para la expresión poética, distinto de la afectación de actitudes y tonos. Se introduce el poeta, de esta forma, en el lenguaje más normalizado en el que experimentaron los vanguardistas. Sea cual sea el resultado, Gil de Biedma converge plenamente con los autores de los años cincuenta del siglo XX; esto es, un grupo de poetas que podemos denominar como de la “experiencia”.

Su poesía puede fragmentarse temáticamente en dos bloques diferenciados con cierta nitidez: Textos correspondientes a poemas sociales, ajustados a la corriente sociopolítica de sus coetáneos, y un bloque de poemas erótico-elegíacos, en los que su indiscutible erotismo no es más que el pretexto, además del contenido autobiográfico, para afirmar la razón de su poesía, “el tiempo y el yo” según sus propias palabras.

La estructura romántica manifiesta con evidente intensidad en muchos poemas no resulta trivial, puesto que es el cauce para mostrar la metafísica de la vida, de su vida, la crisis personal y su desprecio por el trascurso del tiempo, de los años propios.

En los tres poemas seleccionados late el tiempo como triste referencia y su sentido tan contradictorio de la vida, a veces con ambages que trascienden cierto pudor, a pesar de que su obra sea en general tan explícita.

En “Contra Jaime Gil de Biedma” utiliza el desdoblamiento del esquema yo/tú, un autentico diálogo interior, con un rechazo evidente al ser del tú, en el que personifica el mal en él mismo, con un canto en cierta forma solícito de redención y con un tono moralizante. La contradicción como esencia del ser, de su vida, de la de todos, el desdoblamiento de realidad/deseo, la interiorización de la tragedia inevitable.

“De senectute” nos muestra no tanto su lucha contra el tiempo, como la inconformista conformidad con un tiempo en el que ya no quedan luchas, la desesperanza ante el fatal resultado.

Finalmente, traigo a la lectura compartida el poema “El juego de hacer versos”, en el que traza el desarrollo del poeta y su poesía, desde los juveniles e inocentes poemas de lo imaginario hasta llegar a la poesía de la experiencia, en el dolor solitario y, de algún modo, masoquista del poeta.

Pedro Gollonet. 9 de enero de 2010.







JAIME GIL DE BIEDMA ( 1929 - 1990 )




Contra Jaime Gil de Biedma



De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,

dejar atrás un sótano más negro

que mi reputación –y ya es decir-,

poner visillos blancos

y tomar criada,

renunciar a la vida de bohemio,

si vienes luego tú, pelmazo,

embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,

zángano de colmena, inútil, cacaseno,

con tus manos lavadas,

a comer en mi plato y a ensuciar la casa?



Te acompañan las barras de los bares

últimos de la noche, los chulos, las floristas,

las calles muertas de la madrugada

y los ascensores de luz amarilla

cuando llegas, borracho,

y te paras a verte en el espejo

la cara destruida,

con ojos todavía violentos

que no quieres cerrar. Y si te increpo,

te ríes, me recuerdas el pasado

y dices que envejezco.



Podría recordarte que ya no tienes gracia.

Que tu estilo casual y que tu desenfado

resultan truculentos

cuando se tienen más de treinta años,

y que tu encantadora

sonrisa de muchacho soñoliento

-seguro de gustar- es un reto penoso,

un intento patético.

Mientras que tú me miras con tus ojos

de verdadero huérfano, y me lloras

y me prometes ya no hacerla.



Si no fueses tan puta!

Y si yo no supiese, hace ya tiempo,

que tú eres más fuerte cuando yo soy débil

y que eres débil cuando me enfurezco…

De tus regresos guardo una impresión confusa

de pánico, de pena y descontento,

y la esperanza

y la impaciencia y el resentimiento

de volver a sufrir, otra vez más,

la humillación imperdonable

de la excesiva intimidad.



A duras penas te llevaré a la cama,

como quien va al infierno

para dormir contigo.

Muriendo a cada paso de impaciencia,

tropezando con muebles

a tientas, cruzaremos el piso

torpemente abrazados, vacilando

de alcohol y de sollozos reprimidos.

Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,

y la más innoble

que es amarse a sí mismo!





De senectute



Y nada temí más que mis cuidados

GÓNGORA



No es el mío, este tiempo.



Y aunque tan mío sea ese latir de pájaros

afuera en el jardín,

su profusión en hojas pequeñas, removiéndome

igual que intimaciones,

no dice ya lo mismo.

Me despierto

como quien oye una respiración

obscena. Es que amanece.



Amanece otro día en que no estaré invitado

ni a un instante feliz. Ni a un arrepentimiento

que, por no ser antiguo,

-ah,Seigneur, donnez-moi la forcé et le courage!-

invite de verdad a arrepentirme

con algún resto de sinceridad.

Ya nada temo más que mis cuidados.



De la vida me acuerdo, pero dónde está.





El juego de hacer versos



El juego de hacer versos

-que no es un juego- es algo

parecido en principio

al placer solitario.



Con la primera muda,

en los años nostálgicos

de nuestra adolescencia,

a escribir empezamos.



Y son nuestros poemas

del todo imaginarios

-demasiado inexpertos

ni siquiera plagiamos-



porque la Poesía

es un ángel abstracto

y, como todos ellos,

predispuesto a halagarnos.



El arte es otra cosa

distinta. El resultado

de mucha vocación

y un poco de trabajo.



Aprender a pensar

en renglones contados

-y no en los sentimientos

con que nos exaltábamos-,



tratar con el idioma

como si fuera mágico

es un buen ejercicio,

que llega a emborracharnos.



Luego está el instrumento

en su punto afinado:

la mejor poesía

es el Verbo hecho tango.



Y los poemas son

un modo que adoptamos

para que nos entiendan

y que nos entendamos.



Lo que importa explicar

es la vida, los rasgos

de su filantropía,

las noches de sus sábados.



La manera que tiene

sobre todo en verano

de ser un paraíso.

Aunque, de cuando en cuando,



si alguna de esas noches

que las carga el diablo

uno piensa en la historia

de estos últimos años,



si piensa en esta vida

que nos hace pedazos

de manera podrida,

perdida en un naufragio,



la conciencia le pesa

-por estar intentando

persuadirse en secreto

de que aún es honrado.



El juego de hacer versos,

que no es un juego, es algo

que acaba pareciéndose

al vicio solitario.


Tags: Jaime Gil de Biedma, sensibilidad, tiempo, prosaismo poético, poesía de la experiencia, homenaje